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Como regla general, las imágenes en mapa de bits que se incorporan al arte final (de las imágenes vectoriales ya si eso se encarga el procesador de rasterizado), deben incorporarse con la resolución adecuada para la salida prevista. Cuanto más se ajuste ese valor, mejor calidad de reproducción del archivo se obtendrá y menos tiempo tomará procesarlo.

No obstante, y dado que en muchas situaciones es el propio diseñador, lo quiera o no, o sea consciente o no, quien asume el papel de artefinalista, el valor más comúnmente aceptado, y por lo tanto más conocido y utilizado, es el de 300 píxeles por pulgada (300 ppi)*, valor que permitirá un procesado correcto para la mayor parte de las salidas impresas habituales, siendo el tamaño del archivo perfectamente manejable por los sistemas de procesado de los modernos flujos de trabajo (incluidos el escalado de la imagen para la impresión de gran formato y muy gran formato, si bien en este caso, los servidores de impresión especializados ayudarán para conseguir la mejor conversión).

*Con ppi nos referimos al número de muestras por pulgada lineal. Otras opciones son posibles por lo que habrá que tener claro lo que significan esas resoluciones (resolución de entrada, resolución de pantalla, resolución de salida… al enredo ya de por sí complejo, se suma la nomenclatura de los jóvenes y poderosos dispositivos que nos acompañan en la actualidad y que permiten capturar  o visualizar imágenes, es decir, Smartphones y el concepto asociado de megapíxeles asociado o las resoluciones VGA, full HD, 4K de Televisores, monitores y pantallas de visualización en general…  Véase https://www.xataka.com/basics/resoluciones-pantalla-que-guia-tipos-sus-nomenclaturas

Bien pero como en esta serie nos estamos centrando en la salida del arte final para imprenta pues nos evitamos de líos y no nos metemos en otros charcos. No obstante, nunca se debe de perder de vista el hecho de que el arte final cada vez tiene una salida menos aislada por lo que cualquier actuación debe tener en cuenta las distintas salidas posibles (salida impresa, presentación, web,…)

El caso es que para la salida impresa, si se conoce el impresor y este nos proporciona la lineatura exacta (la resolución de salida), así como el resto de parámetros necesarios, se debiera ajustar con mayor precisión el valor de resolución de las imágenes que se incorporan en el arte final.

Otras opciones son posibles, y se están dando, opciones tales como realizar las operaciones de trasformación en la propia aplicación de ensamblado (pegar dentro y ajustar a marco), pero, aunque cómoda, esta no es la opción adecuada y por lo tanto nada recomendable, dado que pueden que se generen archivos muy pesados o por el contrario se reduzca la resolución por debajo de los límites adecuados y se fuerza a trabajar a los procesadores de imagen con el peligro de generar problemas y pérdidas de tiempo más aún si se tiene en cuenta que las aplicaciones actuales están conectadas de tal manera que se se puede abrir la imagen desde la propia aplicación de ensamblado (p. ej, InDesign) con la aplicación de retoque (p. ej. Photoshop), lo que permite su edición directa de forma cómoda para ajustar este parámetro y otros que sean necesarios.

Todos los propios flujos de trabajo (Work Flows) disponen de mecanismos para que la incorrecta definición de este parámetro no cause problemas en la salida (imágenes en baja resolución). Lo mismo encontramos en los servidores de impresión de las prensas digitales.

Por ejemplo una imagen para un anuncio que ocupará un módulo de 16 por 10 centímetros en prensa (con una resolución de salida de 100 lpi) la imagen debe ser tratada de tal manera que ocupe esos 16 por 190 centímetros sin que se distorsione (si hay que recortar para adaptar, se recorta) y la resolución aplicando la fórmula habitual que multiplica la lineatura de salida por el factor de ampliación por 2, nos daría un valor de resolución de 200 ppi (exísten otras opciones de cálculo no mucho más sofisticadas pero este cálculo vale perfectamente).

La misma imagen para una salida a revista con, pongamos una resolución de salida de 175 lpi, nos daría una resolución de 350 ppi.

Si la salida es a impresión de gran formato, es recomendable consultar con el impresor para obtener los valores habituales con los que trabaja basados en la experiencia en el uso de su sistema. No obstante, los servidores de impresión incorporan algoritmos específicos de remuestreo que ajustan la salida a las condiciones de visualización (estos productos gráficos se verán desde una distancia dada) por lo que la resolución de salida es menor pudiendo llegar al equivalente de las 50 lpi (incluso menos), lo que supone que partiendo de un archivo a la resolución estándar mencionada puede conseguirse una salida correcta para su visualización.

En realidad en tamaño original era de 163,79 cm de ancho por 81,84 cm a 72 ppi. El tamaño de archivo era de 30,8 Megapíxeles. Se ha reducido el tamaño al que se presenta a afecto prácticos para este blog. Su tamaño se queda en 2,31 Megapíxeles.

 

Ajuste del tamaño de recorte para su disposición para una salida a prensa impresa con las especificaciones descritas de un módulo de 16 x19 cm a 200 ppi. Hay que decidir que parte de la imagen sacrificar.

 

El ajuste reduce el archivo al tamaño y la resolución exactos necesarios que requiere la salida impresa. Lógicamente el proceso se ha de completar con el resto de transformaciones necesarias como asignar el perfil adecuado para el tipo de impresión al que va destinado.